*Los vampiros le llamaban el Palacio de la Sangre pero era tan solo un cuartucho sucio y destartalado. El resto del castillo no ofrecía mejor aspecto: grandes habitaciones deshabitadas, cubiertas de polvo. Algunas tejas rotas dejaban paso a la lluvia.*
El castillo estaba deshabitado desde hacía 100 años. Allí había arañas, gusanos asquerosos y muchas delicias de vampiros.
La familia de vampiros que vivía en él estaba compuesto por: Sádico, el papá, Sabia, la mamá, Lala, la hija mayor y Malo, el hijo pequeño.
A los vampiros les gusta mucho la sangre, en especial la de niño pequeño. Un día Sádico se encontró con un niño y lo devoró. Hacía mucho tiempo que no hacía una cosa así, por eso lo hizo con ganas.
En el castillo ronda siempre el barullo. Se peleaban por un simple plato de hormigas podridas crudas que encontraron en la orilla de un río putrefacto. Con tanta pelea ¡catapún! El plato al suelo y todos empezaban a gritar.
Un día empezó a llover y a llover y como el castillo tenía muchas grietas y agujeros en las paredes se inundó. La familia vampiro no tuvo más remedio que refugiarse en el desván. Cuando se hizo de día bajaron a acostarse. Como los ataúdes estaban en el sótano se pusieron chorreando y no podían dormir en ellos.
-¿Qué podemos hacer?- dijo Sabia, la mamá.
- No podemos dormir ahí porque cogeremos una pulmonía vampira- respondió Sádico.
Malo que era muy listo propuso dormir en el techo convertidos en murciélagos.
De pronto llamaron a la puerta ¡¡pum, pum!! Malo fue a abrir pero no había nadie. Volvieron de nuevo a golpear la puerta ¡¡pum, pum!! Lala miró por un agujero antes de abrir y vio que era un cazavampiros. Avisó a sus papás y todos se escondieron rápidamente en el sótano.
El cazavampiros traía una cruz, ajos, una linterna y una estaca para matarlos a todos. Se acercó a la escalera y dijo:
- ¿Subo o bajo?
Recordó que los vampiros suelen dormir en el sótano así que bajó los escalones despacito, despacito. Se oía el crujido de sus pisadas: iiiin, iiiin. Llegó a una puerta cerrada que era la del sótano. La abrió y todo estaba oscuro. Alumbró con su linterna a la derecha y nada. Alumbró a la izquierda y nada. Alumbró hacia arriba y los vio colgando del techo. Se convirtieron en vampiros y se acercaron con sus capas abiertas. Entonces el cazavampiros sacó la cruz y ellos retrocedieron. Intentaron de nuevo atacar y él les enseño los ajos. ¡¡Ufff, qué peste!! Y volvieron a retroceder. ¿Qué podía hacer el cazavampiros? Si cogía la estaca y soltaba lo demás, le atacarían. Vio que había una ventana con una cortina negra. Decidió entonces abrir la cortina. Como ya era de día, los vampiros no podrían resistir la luz. Así fue, consiguió llegar a la ventana, descorrer la cortina y cuando el sótano se iluminó los vampiros hicieron ¡cruuuuuk, cruuuuuk, cruuuuuk, cruuuuuk! Y todos se desintegraron.
Así fue como la familia vampiro de este destartalado castillo desapareció.
Y colorín, colorado este vampiroso cuento se ha acabado.
Autores: los alumnos de la clase 3º B
*La parte entrecomillada es un adaptación del comienzo del libro “EL PALACIO DE PAPEL” de José Zafra Castro. Ed. Anaya
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