Yoco sacó de su mochila el mapa para ver la siguiente prueba y le dijo a Pocki:
-Tenemos que llegar al Laberinto Terrorífico de las Chucherías.
-¡Qué mal me suena eso! -exclamó Pocki.
A la derecha vieron un caminito hecho con gominolas de colores. Al entrar en él, empezaron a rebotar y en un periquete llegaron al laberinto.
Las puertas eran dos tabletas de chocolate con leche y el pomo de azúcar. Había dos guardianes que eran de azúcar también. Yoco llevaba una botella de agua, se la dio a Pocki y éste se la echó por encima y se derritieron. Como no tenían la llave, se comieron la cerradura que era de chocolate blanco. Y así pudieron entrar. Una vez dentro había tres caminos hechos de chucherías:
-Tenemos que llegar al Laberinto Terrorífico de las Chucherías.
-¡Qué mal me suena eso! -exclamó Pocki.
A la derecha vieron un caminito hecho con gominolas de colores. Al entrar en él, empezaron a rebotar y en un periquete llegaron al laberinto.
Las puertas eran dos tabletas de chocolate con leche y el pomo de azúcar. Había dos guardianes que eran de azúcar también. Yoco llevaba una botella de agua, se la dio a Pocki y éste se la echó por encima y se derritieron. Como no tenían la llave, se comieron la cerradura que era de chocolate blanco. Y así pudieron entrar. Una vez dentro había tres caminos hechos de chucherías:
- El de las gominolas.
- El de las piruletas.
- El de los chicles.
Yoco le dijo a Pocki que era mejor tirar por el de las piruletas porque apenas son pegajosas, tienen palitos y vienen en bolsitas. Siguieron todo el camino hasta el final, donde había unas piruletas en forma de llave. Una era roja, otra azul y la última amarilla. Yoco saltó y cogió la llave roja. Nada más cogerla apareció el ogro comedor de chucherías que les dijo:
-Si queréis seguir para adelante tenéis que vencerme.
El ogro era enorme y fuerte. Tenía grandes ojos de galletas, escamas de chocolatinas y uñas de gominolas verdes. Yoco consiguió vencerlo con un hechizo. El ogro miró a Yoco asombrado de que un dragón pequeñito lo hubiera vencido y en ese momento se le cayó un moco. Yoco dijo:
-¡Buaaaaaaaa qué asco!
Y salieron corriendo hasta llegar a un camino sin salida. Entonces decidieron acampar allí. Mientras dormían, las chuches de los caminos se convirtieron en fantasmas y decían:
-¡Uuuuuuuh, uuuuuuuuh!
Yoco se despertó con el ruido pero no vio nada. Se fijó en Pocki que en sueños susurraba:
Ayuiqui ¿queyumá osacú?
Yoco lo despertó.
-¿No has oído nada? - preguntó Yoco.
-No, nada - respondió Pocki.
Se oyó otra vez el mismo sonido.
-¡Sí, ahora lo he oído! - exclamó Pocki.
-¿Qué será? - preguntó Yoco.
Entonces se dieron cuenta de que las chuches habían desaparecido y que se le acercaban unos fantasmas. Muertos de miedo salieron de nuevo corriendo.
Llegaron otra vez a la puerta de las gominolas. Allí se encontraron con el duende Chuchero que les dijo:
-Si el laberinto queréis pasar,
ninguna chuche podéis tomar.
Tened cuidado con las chuches asesinas
siempre están a la vuelta de la esquina.
Avanzaron pero el azúcar de las chuches se les había pegado en los zapatos y les costaba. De pronto se dieron cuenta de que estaban flotando sobre un regaliz como si fuera un tronco. Juntos empezaron a remar sobre el azúcar derretido hasta que llegaron a una especie de armario. Entraron dentro y se encontraron con el Gigante de Todos los Sabores. No podían ni hablar y el gigante sólo quería pisarles con su regordete pie. Huyendo de él volvieron a encontrarse con tres caminos con tres letreros:
El primero decía: "Jajaja, nunca volverás".
En el segundo ponía: "Pin, pin, pin, dentro vas a morir".
En el tercero estaba escrito: "Dulce, dulce, rico dulce".
Yoco dijo:
-El primero, ¡ah!; el segundo, ¡ah!; el tercero, ¡uffff!
Decidieron tirar por el último. Vieron un montón de chucherías y se lanzaron a comer. Comían y comían y avanzaban. Entonces llegó un momento en que dijo Yoco:
-Pero, ¿no crees que engordan mucho?
-Sí y se me están llenando los dientes de caries - contestó Pocki.
-¿Cómo podemos solucionarlo?
-Creo que no tenemos que comer más, lavarnos los dientes y salir corriendo.
Muy cansados llegaron por fin a la puerta del laberinto.
Se abrieron las puertas que esta vez eran de chocolate blanco.
- ¡Quietos, quietos ¿dónde creéis que vais? - dijeron otros dos guardianes.
- Queremos salir de aquí para ir a la siguiente prueba.
- Vale, os dejamos salir porque sois los únicos que habéis conseguido pasar el laberinto.
- Gracias y adiós.
- Adiós, campeones y ¡suerte!
Continuará-Si queréis seguir para adelante tenéis que vencerme.
El ogro era enorme y fuerte. Tenía grandes ojos de galletas, escamas de chocolatinas y uñas de gominolas verdes. Yoco consiguió vencerlo con un hechizo. El ogro miró a Yoco asombrado de que un dragón pequeñito lo hubiera vencido y en ese momento se le cayó un moco. Yoco dijo:
-¡Buaaaaaaaa qué asco!
Y salieron corriendo hasta llegar a un camino sin salida. Entonces decidieron acampar allí. Mientras dormían, las chuches de los caminos se convirtieron en fantasmas y decían:
-¡Uuuuuuuh, uuuuuuuuh!
Yoco se despertó con el ruido pero no vio nada. Se fijó en Pocki que en sueños susurraba:
Ayuiqui ¿queyumá osacú?
Yoco lo despertó.
-¿No has oído nada? - preguntó Yoco.
-No, nada - respondió Pocki.
Se oyó otra vez el mismo sonido.
-¡Sí, ahora lo he oído! - exclamó Pocki.
-¿Qué será? - preguntó Yoco.
Entonces se dieron cuenta de que las chuches habían desaparecido y que se le acercaban unos fantasmas. Muertos de miedo salieron de nuevo corriendo.
Llegaron otra vez a la puerta de las gominolas. Allí se encontraron con el duende Chuchero que les dijo:
-Si el laberinto queréis pasar,
ninguna chuche podéis tomar.
Tened cuidado con las chuches asesinas
siempre están a la vuelta de la esquina.
Avanzaron pero el azúcar de las chuches se les había pegado en los zapatos y les costaba. De pronto se dieron cuenta de que estaban flotando sobre un regaliz como si fuera un tronco. Juntos empezaron a remar sobre el azúcar derretido hasta que llegaron a una especie de armario. Entraron dentro y se encontraron con el Gigante de Todos los Sabores. No podían ni hablar y el gigante sólo quería pisarles con su regordete pie. Huyendo de él volvieron a encontrarse con tres caminos con tres letreros:
El primero decía: "Jajaja, nunca volverás".
En el segundo ponía: "Pin, pin, pin, dentro vas a morir".
En el tercero estaba escrito: "Dulce, dulce, rico dulce".
Yoco dijo:
-El primero, ¡ah!; el segundo, ¡ah!; el tercero, ¡uffff!
Decidieron tirar por el último. Vieron un montón de chucherías y se lanzaron a comer. Comían y comían y avanzaban. Entonces llegó un momento en que dijo Yoco:
-Pero, ¿no crees que engordan mucho?
-Sí y se me están llenando los dientes de caries - contestó Pocki.
-¿Cómo podemos solucionarlo?
-Creo que no tenemos que comer más, lavarnos los dientes y salir corriendo.
Muy cansados llegaron por fin a la puerta del laberinto.
Se abrieron las puertas que esta vez eran de chocolate blanco.
- ¡Quietos, quietos ¿dónde creéis que vais? - dijeron otros dos guardianes.
- Queremos salir de aquí para ir a la siguiente prueba.
- Vale, os dejamos salir porque sois los únicos que habéis conseguido pasar el laberinto.
- Gracias y adiós.
- Adiós, campeones y ¡suerte!
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