El dos de Abril, nuestra clase y otras más del Colegio fuimos al Monasterio de La Cartuja de Sevilla. Nos llevaron en un autobús de la empresa "El Torero". Cuando bajamos del autobús había dos lagos en la entrada del Monasterio, y se escuchaban algunas ranas.
Había un arquito que tenía a la Virgen María y al Niño Jesús en sus brazos, al que le faltaba el brazo izquierdo y la cabeza.
En dos metros, a la derecha, había una capilla que tenía dos rampas. Un poco más adelante nos esperamos, porque teníamos que dejar las mochilas en una taquilla. Después fuimos a ver al ombú, que es un árbol grandísimo con hojas verdosas. Allí nuestra señorita nos contó una historia del ombú. Al lado de él había una estatua de Cristobal Colón. El ombú tiene un amigo que se llama Piopí que es un pájaro, que en sus ramas tiene su nido.
Después de ésto, fuimos a un jardín que tenía mucho césped y estuvimos esperando a un hombre que se llamaba Antonio que dijo: -"¿alguno de vosotros tiene algún padre o madre, o tío que trabaja aquí?. Paula Nogales le dijo que sí, su tío.
Después fuimos a una sala donde estaban los alumnos de cuarto y entramos e hicimos cuatro equipos. A mí me tocó en mi equipo con Alejandro Rodríguez, José Antonio, Alejandro Morales y Elías. Nos dieron un aro a cada niño. Tras ésto, salimos por un tubo.
Después de jugar, fuimos a una capilla con un cartujo que nos contó, y que nosotros vimos, que allí había muchas lápidas que estaban vacías y que todos los caballeros tenían dos mujeres, pero el más importante y el segundo tenían sólo una. A este segundo lo mataron cuando dormía, abrió la boca y le tiraron una flecha.
Después de ver ésto, nos fuimos a desayunar, yo me comí un bocadillo de chorizo y un zumo de melocotón. Dijo la señorita que quien terminase de desayunar se podía tirar en el césped.
Todo el Monasterio era muy bonito, vimos una sala que tenía en el techo unas estrellitas agarradas con hilo que cuando les daba el Sol parecían estrellas fugaces. Luego fuimos a ver la iglesia donde rezaban los cartujos.
Estuvimos viendo las chimeneas de los hornos y nos dijeron que cada uno de los hornos se encendía un día a la semana. ¡Ah!, se me olvidaba, el Monasterio de La Cartuja tiene un escudo. Por fin fuimos a la antigua fabrica de azulejos y vajillas. Hicimos un plato de cartón, y nosotros lo coloreamos.
Le dijimos adiós y gracias a los guías que nos acompañaron y nos fuimos. Nos montamos en el autobús y llegamos al colegio. Nos madaron de deberes terminar el plato.
Aquí termina la historia de nuestra visita al Monasterio de La Cartuja de Sevilla.
Había un arquito que tenía a la Virgen María y al Niño Jesús en sus brazos, al que le faltaba el brazo izquierdo y la cabeza.
En dos metros, a la derecha, había una capilla que tenía dos rampas. Un poco más adelante nos esperamos, porque teníamos que dejar las mochilas en una taquilla. Después fuimos a ver al ombú, que es un árbol grandísimo con hojas verdosas. Allí nuestra señorita nos contó una historia del ombú. Al lado de él había una estatua de Cristobal Colón. El ombú tiene un amigo que se llama Piopí que es un pájaro, que en sus ramas tiene su nido.
Después de ésto, fuimos a un jardín que tenía mucho césped y estuvimos esperando a un hombre que se llamaba Antonio que dijo: -"¿alguno de vosotros tiene algún padre o madre, o tío que trabaja aquí?. Paula Nogales le dijo que sí, su tío.
Después fuimos a una sala donde estaban los alumnos de cuarto y entramos e hicimos cuatro equipos. A mí me tocó en mi equipo con Alejandro Rodríguez, José Antonio, Alejandro Morales y Elías. Nos dieron un aro a cada niño. Tras ésto, salimos por un tubo.
Después de jugar, fuimos a una capilla con un cartujo que nos contó, y que nosotros vimos, que allí había muchas lápidas que estaban vacías y que todos los caballeros tenían dos mujeres, pero el más importante y el segundo tenían sólo una. A este segundo lo mataron cuando dormía, abrió la boca y le tiraron una flecha.
Después de ver ésto, nos fuimos a desayunar, yo me comí un bocadillo de chorizo y un zumo de melocotón. Dijo la señorita que quien terminase de desayunar se podía tirar en el césped.
Todo el Monasterio era muy bonito, vimos una sala que tenía en el techo unas estrellitas agarradas con hilo que cuando les daba el Sol parecían estrellas fugaces. Luego fuimos a ver la iglesia donde rezaban los cartujos.
Estuvimos viendo las chimeneas de los hornos y nos dijeron que cada uno de los hornos se encendía un día a la semana. ¡Ah!, se me olvidaba, el Monasterio de La Cartuja tiene un escudo. Por fin fuimos a la antigua fabrica de azulejos y vajillas. Hicimos un plato de cartón, y nosotros lo coloreamos.
Le dijimos adiós y gracias a los guías que nos acompañaron y nos fuimos. Nos montamos en el autobús y llegamos al colegio. Nos madaron de deberes terminar el plato.
Aquí termina la historia de nuestra visita al Monasterio de La Cartuja de Sevilla.
Jesús Rodríguez
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